El hilito que enloqueció a mamá: crónica de una guerra de cejas al alba


Eran casi las seis de la mañana, la casa estaba en completo silencio, y yo dormía como una reina exhausta después de una noche loca. Mi mamá ya sospechaba algo. Desde hacía días notaba que yo evitaba que me viera de cerca. Caminaba con la cabeza gacha, el cabello estratégicamente peinado hacia adelante, como si el flequillo pudiera esconder lo evidente: mis cejas, que eran dos obras de arte, un hilito perfecto mejor que las de Thalía. ajajajajaja

Pero mi Madre, ay mi madreee!!! como toda madre con sexto sentido, y más aún una mamá cuca como la mía, ya sospechaba algo y como buena madre cuca, de esas que no duermen con la duda decidió lanzarse ni bien el reloj marcó las 06:00 am con un solo objetivo: mis cejas.

Se metió a mi cuarto sigilosamente como una sombra silenciosa digna del mejor ladrón de la ciudad. Yo dormía plácidamente, ajena al operativo que estaba por desatarse, y cuando me vio ahí dormido sin poder defenderme, con mis cejas delgadas brillando bajo la luz del amanecer

De pronto, sentí algo que no era parte de mi sueño: ¡plas! Un lapazo aterrizó directo en mi frente. Abrí los ojos Ayyyyyyyyyy mamáaaaaa! Qué tieneeees, Qué te pasaaaaaa?, exclamé, todavía medio dormida.

Mírate esas cejassssss, carajooooooo!!!!!!, gritó con una mezcla de horror y furia como si me hubiera descubierto que me estaba drogando, pero no, peor: me había depilado. Me había hilo-depilado.

Yo, en modo defensa, puse cara de no entender nada, aunque por dentro ya sabía perfectamente por dónde venía la cosa. Fingí sorpresa: Qué tienen mis cejaaaaaaaaasssss? No sé de que me hablas???? sobándome todavía los ojos del sueño

Están en un hiloooooo! un putoooooo hiloooooo!!!! , bramó. Por eso no quieres ir donde tu papá, ¡por esooooooo nooooo!”, y po po po po po!!!!!! volvió a repartir lapos por mis mejillas 

Mientras yo gritaba Ayyyyyyyyyy!!! Ayyyyyyyyyy!!! Ayyyyyyyyyyyy!!!! mamaaaaaa!”, mientras mis quejas se mezclaban con el canto de los gallos y la luz del amanecer que se colaba por la ventana. El nuevo día nacía, y yo también… pero a punta de chancletazos

¿Y quién tuvo la culpa de todo esto?

¡La JC! Sí, él, ese ser de luz, de sombra y de cejas perfectamente diseñadas.




Yo lo veía depilarse frente al espejo con una concentración mística, como si cada pelo que arrancaba fuera un hechizo.

Sacaba uno por uno, con pinza en mano, labios apretados, y una playlist de Kylie Minogue de fondo.

Y yo ahí… absorto, como quien presencia una transformación divina.

Porque no era solo depilarse: era mutar, era convertirse en otra persona, en una versión elevada de sí mismo.

Y yo, claro… me dejé llevar. Caí.

Así que, si buscan culpables, miren a la JC.

Él me enseñó que una buena ceja levanta el rostro…

y también sospechas en tu casa!!

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